Han pasado más de 10 años desde que viera la luz la última entrega de la saga Valkyrie Profile en consolas de sobremesa; una saga longeva y no especialmente conocida pero que se ha ganado un hueco en los corazones de aquellos que la han jugado. Valkyrie Elysium es el intento de Soleil y Square Enix por llevar la obra a los tiempos actuales y ganarse su lugar en el Valhalla de los videojuegos, pero… ¿lo han conseguido? Os doy mi opinión en este texto y os cuento qué me ha parecido.

Toda historia tiene un principio
Para comprender el porqué de esta entrega y el cambio de género de este Valkyrie tenemos que retroceder brevemente en el tiempo y hacer memoria.
Valkyrie Profile, el juego original de la saga, fue lanzado en el año 1999 para el sistema PlayStation de forma exclusiva en Japón, como un JRPG (juego de rol japonés) con un sistema de combate en “pseudo-turnos”. Esto es, un sistema que a priori podría considerarse por turnos, piedra angular de todo JRPG de la época, pero con una vuelta de tuerca que sentaría las bases que lo diferenciarían del resto de JRPG: todos los miembros del grupo atacan de forma simultánea en función de la acción asignada a cada botón del mando, eliminando así los menús para elegir la acción a llevar a cabo y permitiendo que el combate sea a la par más ágil y desafiante. Además, mediante este sistema se nos permitía encadenar combos en función de si decidíamos atacar de forma escalonada en lugar de con todos a la vez. Estas mecánicas lo alejaban del resto de JRPG, y este componente más táctico se mantuvo (con más o menos cambios y siempre adaptándose y añadiendo mejoras a lo largo del tiempo y plataforma) a lo largo de la saga.
A día de hoy muchas desarrolladoras niponas afirman que los combates por turnos están “pasados de moda”, y buscan ofrecer nuevas formas de hacer que los fans de los JRPG aborden los combates. Final Fantasy, también de Square Enix, es un claro ejemplo de ello, donde en las últimas entregas hemos visto cómo ha cambiado radicalmente el esquema de un combate clásico por turnos a un sistema en tiempo real que funciona la mar de bien, nos guste más o menos el cambio. Entonces si tenemos esto en cuenta, es lógico pensar que para una nueva entrega en pleno 2022 hayan decidido cambiar su acercamiento en este sentido y ofrecernos un combate en tiempo real al más puro estilo Hack ’n’ Slash.

Era necesario, por tanto, reinventar una saga tan longeva y que se ha paseado por tantas plataformas a lo largo del tiempo, con el fin de traerla de nuevo a los sistemas de sobremesa y adaptarse a los tiempos actuales. De ahí que esta entrega se convierta en una base sólida sobre la que cimentar futuras entregas e ir mejorando sus mecánicas jugables.
De Dioses y humanos
Valkyrie Elysium nos pone en la piel de la Valquiria, un ser creado por Odín, Padre de Todos, con el objetivo de salvar el mundo ante la amenaza inminente del fin de toda la existencia: el Ragnarök.
El juego nos presenta a un Odín extenuado, cuyos poderes ve menguados e incapaz de abandonar Asgard (el hogar de los dioses Aesir en la mitología nórdica) tras un encarnizado enfrentamiento contra Fenrir, una gigantesca loba monstruosa que augura el final de los tiempos. Odín, haciendo uso de su ahora limitado poder, crea así a la Valquiria, que en su nombre deberá recorrer Midgard (hogar de los hombres) con el fin de cosechar almas, purificándolas, y que ayudarán a Odín a restaurar sus poderes perdidos.
Bajo esta sencilla premisa tomaremos el control de la Valquiria sin nombre, mientras vaga por una decadente Midgard sin más objetivo que cumplir la tarea que el Padre de Todos le ha encomendado y que pretende llevar a cabo cueste lo que cueste.
Un viaje transformador
Al comienzo de nuestra andadura, seremos testigos de una Valquiria fría y calculadora sin más ambición que cumplir ciegamente el propósito para el que ha sido creada, pero, a medida que sus pasos nos lleven por los distintos rincones de Midgard, se topará con una misteriosa Valquiria de negra armadura que hará poner en duda su fe y lo que cree saber sobre su misión, el mundo y la propia humanidad.
Su tarea también nos llevará a conocer a una serie de guerreros (almas caídas de humanos) de distintas épocas, cuyos finales trágicos pero heroicos hacen resonar sus espíritus con fuerza, siendo perceptibles para la Valquiria, que los ayudará a cerrar el último capítulo de sus vidas y que los tomará como ayudantes junto con los que desempeñar su divina tarea. Estas almas atormentadas y sin descanso son los llamados einheriar, almas valientes y dispuestas, que además de ayudarnos en el combate, serán la nota discordante que nos acompañe durante toda la aventura y que darán forma a la narrativa mediante escenas con diálogos entre ellos y nuestra protagonista que desencadenarán en que esta se cuestione aspectos del mundo de los humanos y de los dioses que para ella antes no tenían cabida.
El final de todo
En nuestra misión para salvar el mundo y evitar el Ragnarök, visitaremos distintos lugares de Midgard, ahora totalmente desolados y en ruinas, que se estructuran en capítulos (9 en total) de una duración contenida y que podremos abordar en poco más de una hora. En ellos, partiremos de un punto A y nuestro objetivo será llegar a un punto B, momento en que se dará por finalizado el capítulo. Este trayecto suele ser bastante lineal, pero nos permite cierto margen de exploración a fin de encontrar y hacernos con los coleccionables del juego, en forma de Flores exánimes; fragmentos de ecos del pasado que contienen los pensamientos e inquietudes u opiniones de gentes que habitaron el mundo en otra época y que nos sirven para conocer un poco más sobre el mundo y lore del juego, y Flores vitales, similar a las Flores exánimes pero que guardan un secreto que no quiero desvelar. Además, el juego premia la exploración con una buena dosis de cofres repartidos por los escenarios que contienen objetos útiles que nos harán más llevadera la aventura. Algunos de ellos bastante importantes si queremos mejorar a nuestra guerrera alada, pero no esenciales para completar la aventura a poco que tengamos algo de habilidad a los mandos.

Durante nuestra incursión por el escenario los enemigos nos saldrán al paso en mayor o menor cantidad y con distinta dificultad, a modo de encuentros, cuyo objetivo será entorpecernos el ritmo, y una vez que nos hayamos deshecho de ellos, podremos continuar avanzando hasta que se produzca un nuevo encuentro. Este esquema se repite hasta que llegamos al final de la zona y completamos el capítulo, que suele culminar con el enfrentamiento contra un jefe. Explicado de esta manera puede parecer simplón y tedioso, pero nada más lejos de la realidad. Valkyrie se las arregla para ofrecernos un sistema de combate muy frenético y satisfactorio en el que en todo momento estaremos moviéndonos sin parar, lanzando golpes y combos con todas las herramientas que el juego pone a nuestra disposición gracias a las diferentes armas que encontraremos durante la aventura y apoyados por nuestros valientes einheriar, explotando las debilidades de los enemigos con nuestras poderosas artes divinas. Los combates caen dentro del género del Hack ‘n’ Slash, que dotan al juego de una gran agilidad y que funciona francamente bien. El personaje responde de forma precisa a cada input del mando y hacer trizas a los enemigos es toda una delicia. No se trata de un sistema de combate especialmente complejo o profundo, pues se nota que no han querido arriesgar demasiado, pero cumple y es muy divertido. Si tenemos en cuenta que la duración del juego oscila entre las 10 y 15 horas (a mí me ha durado 12 horas haciendo algo del contenido secundario) no se hace pesado ni aburrido en ningún momento.
El juego también posee elementos típicos de los juegos de rol actuales, como la posibilidad de mejorar a nuestra guerrera mediante la inversión de puntos (las almas que obtenemos al derrotar a los enemigos o que encontramos en cofres repartidos por el entorno) entre tres ramas de habilidad (Ataque, Defensa y Ayuda) que potenciarán el daño físico y mágico que infligimos, reducirán el daño que recibimos y que también expandirán nuestra barra de salud, espíritu, etc. De igual forma también podremos mejorar las armas que vamos encontrando, ya sea como recompensa de misiones o por otros medios, que no son especialmente numerosas ni variadas, pero que sí aportan lo suficiente para que cada una se sienta única y utilicemos aquella con la que despachemos más a gusto a nuestros enemigos.
Para ayudarnos en las refriegas, podremos invocar hasta un máximo de dos einheriar. Cada uno de ellos controla uno de los distintos elementos que existen en el mundo del juego y que nos ayudan a acabar con nuestros oponentes de forma más eficaz. Para invocarlos necesitamos gastar un recurso llamado Espíritu (el maná de toda la vida, vaya) y en función de cómo configuremos a nuestros aliados, pueden consumir más o menos cantidad de este recurso, lo que puede dar lugar a que tengamos que gestionar bien nuestra barra de espíritu si no queremos quedarnos vendidos en el momento más inoportuno del combate y nos hemos quedado sin pociones para recargarnos, algo que puede ocurrir en los enfrentamientos contra los jefes si no vamos como pollo sin cabeza y nos dedicamos a tirar todo lo que tenemos (opción que por otra parte no es mala idea si se hace bien). No obstante, todos los recursos necesarios para hacer uso de las distintas mecánicas jugables de las que dispone el juego se pueden recoger durante la exploración, en forma de pociones, recogiéndolos directamente del suelo cuando abatimos a los enemigos, e incluso algunos recursos, como la barra de artes divinas, se recargan cuando atacamos, facilitando todo el conjunto que no caigamos a la primera de cambio si nos despistamos un poco y podamos salir del atolladero en caso de andar escasos de pociones en ese momento.

Para terminar, entre nuestro arsenal de armas y habilidades destructivas, tendremos a nuestra disposición una serie de poderosas habilidades (Artes divinas) que poseen distintas afinidades elementales y mágicas que utilizaremos para explotar las debilidades de los enemigos y que será necesario aprender a manejar para quitarnos de encima a los enemigos más poderosos o molestos lo antes posible. No es que el juego sea especialmente difícil, pero hay algunos encuentros donde la combinación de enemigos es particularmente molesta, pues pueden bloquear la facultad de invocar a nuestros einheriar para que nos ayuden u otros efectos perniciosos que harán que el encuentro se nos haga un poco cuesta arriba. Estas habilidades tampoco destacan en número, optando en su lugar por disponer de versiones más potentes cada vez que causan más daño a los enemigos y explotan antes su barra de debilidad elemental, pero que también consumen más nuestra barra de medidor de artes, el recurso necesario para poder utilizarlas en combate.
Tendremos que dominar todas estas mecánicas si queremos enfrentarnos a los jefes sin muchas sorpresas, pues será en estos momentos cuando el título intente lanzarnos todo lo que tiene y ponernos contra las cuerdas. Como he dicho anteriormente, no es un juego especialmente difícil, pero si nos despistamos, podría ser que nos partieran en dos con un par de golpes especiales.
Valhalla, pero a medias
Valkyrie Elysium es un esfuerzo por querer que la saga vuelva a nosotros y se adapte a los tiempos actuales, que cumple en todo lo que se propone, pero que parece tener un miedo terrible a arriesgar, y durante toda la aventura no me ha abandonado la sensación de estar ante una medianía: la historia no es compleja ni memorable, pero cumple, el combate tampoco será recordado como uno de los grandes del género, pero también cumple, la narrativa a la hora de desarrollar la trama es plana y sencilla, pero también cumple. Lo único que ha conseguido sacarme más de este trance de conformismo jugable ha sido la banda sonora, que tal y como nos tiene acostumbrados Square Enix, es magistral en todo momento, presentándonos una banda sonora dinámica que varía según la situación y que llega a tener momentos épicos durante las batallas, así como temas melodiosos y más suaves durante la exploración de escenarios. Una auténtica delicia.
La dirección artística también me ha parecido que cumple mucho más que técnicamente. Es un juego bonito, qué duda cabe, pero creo que al igual que con el resto de apartados cumplidores, se podría haber sacado más músculo. Por ejemplo, los escenarios no dan mucho de sí en cuanto a variedad, las escenas cinemáticas son muy sosas o la sincronización labial de los personajes deja muchísimo que desear, y estos tan solo son algunos ejemplos de lo que el juego puede mejorar a nivel técnico en comparación con la dirección artística, más potente. Con esto no quiero decir que sea un juego mediocre, ni muchísimo menos, pues lo he disfrutado enormemente y me ha parecido un regreso genial de la saga, pero teniendo en cuenta los Hack ’n’ Slash que existen actualmente en el mercado con una calidad tremenda (Devil May Cry 5, por citar alguno) o con la cantidad de obras que poseen elementos de rol mucho más complejos y satisfactorios en progresión, creo que Square Enix y Soleil deberían haber apostado por ir un paso más allá y no conformarse con un título que funcione y ya. Con todo, me quedo con un buen sabor de boca y muy atento al futuro de la saga, pues espero de corazón que venda bien y que sepa hacerse un hueco en las estanterías tanto de viejos fans como de nuevos jugadores que no conozcan la saga. La saga Valkyrie cuenta con la gran baza de explotar la mitología nórdica que tanto gusta a muchos de nosotros y en un mundo oscuro y desolador que puede dar mucho de sí de arriesgar un poco más en sus futuras propuestas. Espero que Square Enix no se olvide de esta franquicia y no abandone a Valkyrie Elysium a su suerte y quede sepultada como una obra más que para sacar algo de dinero entre lanzamiento y lanzamiento de sus juegos más conocidos. Salvemos al mundo del Ragnarök una vez más.
Nota: Juego analizado en PlayStation 5 y jugado en modo rendimiento.