Análisis The Cosmic Wheel Sisterhood

por Juan Cash

A veces pasan las vidas y las personas mueren sin desarrollar su verdadero potencial para aquello que han nacido. Es una pena y sucede a menudo. No es el caso del equipo detrás de Deconstructeam. Estas personas han nacido para hacer videojuegos y los hacen con un estilo único, una dedicación y un cariño que queda presente desde la pantalla de inicio hasta la melodía final, ojalá un behemot me ayude a escribir estas líneas y así haga justicia a un producto tan excepcional como es este The Cosmic Wheel Sisterhood, el proyecto más ambicioso del aclamado estudio valenciano.

Decir demasiado del argumento del juego iría en contra de mis intereses (y de los tuyos, querida lectora) ya que encontrarte con el mundo de The Cosmic Wheel Sisterhood sin saber demasiado, siempre irá a tu favor, siendo la sorpresa uno de los puntos fuertes de la aventura. Podríamos decir que cada partida es única y que el juego se esfuerza por ser consecuente a tus decisiones.

Dicho eso, nosotros encarnamos a Fortuna, una bruja capaz de ver el futuro mediante la lectura de cartas. Fortuna vive en un exilio impuesto por la bruja líder del aquelarre y tras 200 años en soledad y a punto de perder la cordura, hace un ritual prohibido para invocar un behemot, que viene a ser uno de los seres más poderosos del universo. Junto a Ábramar (el behemot) emprenderemos nuestro regreso a la sociedad, mediante conversaciones y dilemas irresolubles daremos forma a nuestra partida y a la misma Fortuna, la cual actúa como un lienzo en blanco dispuesto para ser coloreado con nuestras decisiones, creando así una bruja única y personal, que sin darnos cuenta será una fiel representación de nosotros mismos.

El juego tiene dos pilares muy bien definidos, por un lado las conversaciones, al principio con Ábramar y más adelante con todo tipo de personajes, que vendrán deseando que les hablemos de su futuro, es decir, que les echemos las cartas, y aquí entra su segundo pilar, las cartas.

Digamos que tenemos prohibido usar nuestras cartas de tarot, pero no hay ningún problema en crear nuestra propia baraja así que… manos a la obra. Toca ser diseñadores y crear las cartas más guapas de la galaxia. Podremos elegir tres elementos entre muchas opciones; un fondo, un sujeto y añadidos extra. Estas elecciones tienen un coste de poder que iremos generando a medida que hacemos lecturas, dando así forma a nuestra baraja. Podremos utilizar cada elemento de forma libre, como si fueran pegatinas sobre un folio en blanco.

El arte del juego es demencial, un uso del píxel art cautivador que hace olvidar la sobreexplotación del estilo en el medio, para hacernos ver que cuando algo se hace bien, nunca está de más. Y el hecho de hacernos partícipes en ello es un regalo, personalizar las cartas es un pasatiempo soberbio que nos ayuda a tomar aire entre conversación y conversación. Pero la parte más increíble es que dependiendo de los elementos que dispongamos, la carta tendrá una función u otra, por lo que mis cartas no tendrán nada que ver con las tuyas y por tanto la lectura que pueda hacer con ellas tampoco ¿Os dais cuenta de la barbaridad que esto supone? Podríamos decir, una vez más, que cada partida es única.

El juego buscará colocarte continuamente entre la espada y la pared haciéndote buscar el mal menor para ti y tus seres queridos. Llevando al jugador a un estado de reflexión real que a menudo se sale de la consola para acompañarte en tu día a día. Estarás fregando los platos y dirás… “Mierda no debí decirle eso a Ábramar” o “¿Qué pasará cuando llegue el día de pagar el precio de mis decisiones?”

En ocasiones me planteo hasta qué punto tratar esto de videojuego. The Cosmic Wheel Sisterhood va más allá de lo lúdico y del pasatiempo, para actuar como un simulador de reflexiones e instrospección personal. Deconstructeam abrirá las puertas de tu mente y entrará con toda la fuerza del mundo para sacudirte y llevarte al límite. Acción y reacción. 

Una vez ves los títulos finales las sensaciones son como en un gastrobar, donde has disfrutado al milímetro de cada plato, ese que han tardado horas en preparar pero tú te lo zampas en 2 minutos. Sientes que comerías el triple y piensas en volver. Pero no lo haré, mi partida ha terminado y la historia de Fortuna está escrita para mi. Sería un ejercicio correcto de cara a un análisis más objetivo dar una segunda vuelta y hablar del impacto real de las decisiones pero… ¿Dónde dice que un análisis debe ser objetivo? Por dios no hagamos manuales de instrucciones y brindemos nuestra más honesta opinión, y aquí va la mía.

The Cosmic Wheel Sisterhood no solo me ha encantado, sino que me ha hecho sentir. He sufrido, he amado, he reído y claro, he llorado. Quedé atrapado desde el minuto uno, siendo la curiosidad quien guiaba mis primeros pasos, luego dieron lugar a la creatividad y finalmente a la empatía, con Fortuna, con el aquelarre, con mis amigas, con Ábramar… me sirvieron una experiencia relajada y la consumí con alevosía, cuanto más avanza la partida más difícil resulta salir de ella. Quedando finalmente en mi memoria como uno de esos momentos especiales vividos en el mundo del videojuego. 

Todo el mundo debería vivir la historia de Fortuna, nos haría mejores… o quizás no.

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