Análisis Splatoon 3

por Juan Cash

El alocado shooter de Nintendo vuelve una vez más para consolidarse como una de sus IPs más exitosas, con unas ventas demenciales. En su tercera entrega podemos ver todo lo anterior, con algunas novedades, escasas, pero efectivas. Carga tu tinta que tenemos mucho patio que pintar.

Tintelia será la nueva región donde se desarrollará el juego. En principio la vida sigue igual, ya que la ciudad actúa como un patio de juegos enorme, donde podremos ir a cualquiera de las opciones que jugables que nos ofrece el título, así como sus tiendas, para personalizar a nuestro Inkling o hacernos con una nueva arma.

Para empezar, el progreso del jugador ha mejorado notablemente. Ya no será necesario llegar a los últimos niveles para hacernos con las armas más “poderosas”, ya que cada vez que subamos un nivel, se nos bonificará con un ticket, el cual podemos cambiar por un arma de nuestro nivel… o ahorrarlo, ya que si pagamos tres de estos ticket, podremos hacernos con el arma que queramos.

No es la única mejora respecto a sus anteriores entregas. Por ejemplo, ahora podemos pintarrajear un lobby lleno de peleles. Parece la evolución lógica a sus antiguas salas de espera, donde se amenizaba con mini juegos, que oye, ni tan mal… pero terminabas cogiéndoles manía. Por otra parte, emparejarte con amigos es más rápido y sencillo, y además siempre caeréis en el mismo equipo, cosa que no ocurría en su segunda entrega.

Por lo demás los modos de juego… son los mismos. Esto lo podríamos aplicar a cualquier Call of Duty y no por ello sería mejor ni peor juego, pero lo cierto es que esperaba alguna novedad. Tendremos el clásico Territorial, como modo de juego para empezar, y que hará de piedra angular del título. Este es el modo en el cual gana el equipo que más superficie tenga pintada al final de la partida.

Como en anteriores entregas, tendremos los combates “clasificatorios” aquí llamados “formales”. Pero en esta ocasión podremos disfrutar de ellos de una forma más amistosa, gracias a su modalidad “informal”. Aquí encontraremos los clásicos “Pintazonas”, “Pez Dorado”, “Torre” y “Asalto almeja”. Cada equis tiempo, escenarios y modos irán cambiando, quedando como inamovible, únicamente, “territorial”.

Donde hay alguna novedad (y también dolorosas ausencias) es en sus escenarios. Volveremos a algunos icónicos ya conocidos, tanto del 2 como del 1. Y a su vez tendremos unos cuantos nuevos, cada uno de ellos más loco que el anterior. De nuevo irán rotando y jugaremos a ellos de dos en dos. ¡Eh! Y otra novedad interesantísima, ya no tendremos que tragarnos la chapa de las “Calamardas” cada vez que cambian de escenarios, podremos pulsar un botón y que nos cuenten las noticias en la radio. ¡Oh yeah!

Nota: Si tenéis datos de guardado de Splatoon 2, el juego os compensará, desbloqueando directamente los modos “Formales e Informales” de Torre, Pez dorado, etc… pero además os dará tres ticket dorados para que empecéis con el arma que os dé la gana. Esto es todo un acierto.

Otra de las novedades también está presente en este lobby. Se trata de la taquilla. Esta taquilla será un espacio público que podremos decorar con diferentes objetos, que bien compremos, o consigamos mediante su modo historia. No es que sea la revolución… pero esta gracioso eso de ver las taquillas de tus colegas y preguntarles de donde han sacado el peluche de calamar rosa.

Otro de sus modos estrella vuelve con escasas novedades: Salmon Run. El coop vs IA. Y de nuevo al igual que en el competitivo, tendremos lobby para espera practicando con las armas de turno. Este modo sigue igual, tendremos que vencer a grandes salmónidos y conseguir los huevos que dejan como recompensa para hacer el cupo y pasar de ronda. La partida se basa en cuatro frenéticas rondas e iremos subiendo de nivel. Cada vez que esto pase, la cosa se ira complicando más y más. Si por el contrario perdemos más que ganamos… nos bajaran de nivel. Entre sus novedades destacadas, podemos mencionar nuevos enemigos, así como la posibilidad de lanzar los huevos, lo cual viene de perlas.

Por último tenemos su modo historia, que entrega tras entrega es mi motivo personal para volver al mundo de los Inkling, y que en esta ocasión va directo al top de las campañas splatooneras.  De nuevo, no os lo vais a creer pero… el gran siluro ha desaparecido!! (Que digo yo… podrían ponerle cámaras de seguridad o algo al maldito bicho, porque van tres veces…) Ante tal calamidad, seremos reclutados por un extraño vejete (extraño si llegas de nuevas) y nuestro principal sospechoso… el jefe de los octarianos (DJ Octavio)… no tiene ni idea de haber robado ningún giga pez. En estas nos caemos por un cráter y descubrimos una extraña ciudad llena de secretos y de niveles divertidísimos.

Aquí, en Alterna, descubriremos que le pasó a los seres humanos que antaño habitaban el mundo, mientras que intentamos resolver el (nuevo) misterio de la desaparición del gran siluro y rescatamos al vejete antes mencionado. Para ello, avanzaremos por una notable cantidad de niveles, repartidos por seis mundos (a lo Mario World) en compañía de caras nuevas y viejas conocidas de anteriores entregas.

Y mola bastante, con una duración de unas siete horas yendo a saco, pero con la capacidad de sacarle mucho más jugo. Su base sigue siendo la de plataformas de acción. Pero si exploramos bien los mundos, podremos desbloquear zonas ocultas por una extraña masa rosácea que convierte en mamíferos a todo lo que toca, para ello tendremos que pagar “caviar” lanzando a nuestro compañero salmonido (Smallfry). Entre estos niveles, encontramos que un buen puñado de ellos se alejan de las plataformas para adentrarse en el terreno puzle; por ejemplo pintar un tótem enorme, o llegar a la meta antes de equis segundos. A mi parecer han combinado de forma excelente la campaña de Splatoon 2 con su “Octo Expansion”, dando como resultado la mejor campaña nunca vista en un Splatoon.

Y como veis… la vida sigue igual por aquí. Splatoon 3 vuelve con pequeños ajustes que pulen la exitosa formula de Nintendo, llevándola hasta una calidad y un pulido insuperables. El juego sigue siendo precioso y extremadamente placentero, con su simple mecánica de pintar y con sus diferentes armas para llenar todo de tinta, así como convertirse en calamar para desplazarse por ahí. Es un gustazo tremendo, las sensaciones al jugar estas mecánicas me recuerdan (de nuevo) a saltar con Mario, siendo este el ejemplo máximo de mecánica pulida.

Si además contáis con algún colega o pareja splatoonera, es que es la diversión personificada en videojuego. Lo típico de ver pasar las horas volando al grito de “La última y a la cama” para amanecer al día siguiente con las ojeras de Steve Buscemi. Por lo tanto, si tenéis Splatoon 2 cogiendo polvo en la estantería… no esperéis aquí nada realmente nuevo, pero, si por el contrario sois fans de la saga… estamos ante el Splatoon definitivo. 

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