Análisis Sonic Frontiers

Rompiendo la barrera del sonido

por Dogen

El icónico erizo azul más rápido y querido por todos vuelve a las plataformas actuales en una nueva entrega de mundo abierto para toda la familia. SEGA y el Team Sonic ponen toda la carne en el asador y sacan pecho con su Sonic en 3D más ambicioso hasta la fecha. Poneos vuestras mejores zapatillas de correr, porque vamos a ayudar a Sonic a conseguir las Chaos Emeralds y salvar a sus amigos, en… 3, 2, 1… ¡YA!

El Regreso del Erizo


A estas alturas dudo mucho que haya alguien que no conozca a Sonic el erizo, pues han sido múltiples las entregas que a lo largo de la historia del videojuego han estado presentes en nuestra vida, uniéndose a películas y series de animación que han dado a Sonic la oportunidad de presentarse ante mayores y pequeños por igual. Y cuando no, hemos sido los más mayores los que hemos transmitido su existencia a los más pequeños de la casa. Es natural. Somos muchos los que hemos visto nacer y crecer a Sonic, adentrarse en toda clase de aventuras y plataformas y evolucionar para intentar adaptarse al público de ayer y de hoy. Es un icono no solo de una plataforma o de una marca, sino también de toda una generación. El cariño que se le tiene a este “bichito” y sus amigos es algo que no se puede remediar. Por ello, cada nuevo título que se anuncia es motivo de celebración, pero también se trata de una IP compleja de adaptar a las 3D (no han sido pocos los intentos) por lo que cada nueva iteración viene siempre acompañada de no poco escepticismo y gran dosis de excitación.

Como cabría esperar, no iba a ser menos en el caso del que nos ocupa, Sonic Frontiers, una nueva incursión de Sonic en las tres dimensiones, pero con un nuevo giro de tuerca: el mundo abierto. Un terreno desconocido para el erizo y que ya desde su anuncio arqueó muchas cejas. Se trata de un título que busca no solo adaptarse a los tiempos actuales y las nuevas formas de jugar, sino también desarraigarse del concepto del Sonic clásico que todos conocemos, en un intento por evolucionar la fórmula con algunas ideas muy atrevidas y novedosas hasta ahora en la IP. 

No exento de ciertos problemas técnicos y algunas decisiones de desarrollo algo cuestionables, puedo afirmar que nos encontramos ante el mejor intento de SEGA por trasladar a Sonic a unas gloriosas 3D sin que su icónica jugabilidad se resienta.

Una Nueva Frontera


El juego abre con una breve secuencia en la que Eggman, siendo Eggman, incapaz de no meterse en problemas por culpa de su sed de conocimiento, queda atrapado en un mundo digital conocido como el Ciberespacio. Dicho acontecimiento lleva a Sonic, Tails y Amy a volar rumbo a las Starfall Islands, lugar en el que han aparecido las Chaos Emeralds, pero al que al poco de llegar se verán atrapados por una anomalía en forma de vórtice que los transportará también al Ciberespacio, quedando el grupo separado y a su suerte. En el papel de Sonic, tendremos que hallar el modo de dar con nuestros amigos y solucionar este embrollo.

En cada entrega de Sonic, la trama es prácticamente inexistente o bien pasamos por ella de puntillas como un pretexto muy sencillo para poder lanzarnos directos a la acción. Sonic Frontiers es distinto, y desde el primer momento se nota que estamos ante una versión más madura y adulta de Sonic que a la que estamos acostumbrados. Por esto, me sorprendió gratamente comprobar que, si bien no va a ganar ningún Óscar, posee la trama más elaborada de todas las entregas hasta la fecha, al igual que también nos presenta a los personajes desde un prisma distinto. Especialmente Sonic, que gana el protagonismo que merece y se presenta como una figura heroica de un corazón enorme y valiente como el que más. Este es uno de los cambios más significativos que veremos en Sonic Frontiers y que a buen seguro nos mantendrá lo bastante enganchados como para querer saber qué ocurrirá a continuación y cómo acabará la aventura de Sonic y sus compañeros de fatigas.

En cuanto nos ponemos a los mandos empezamos a notar otras diferencias. Me llamó mucho la atención lo bien que se mueve Sonic y cómo respondía a mis instrucciones en el mundo abierto; desde el principio podremos movernos libremente por el escenario sin (casi) ninguna restricción. Tampoco tendremos un destino fijo al que ir. Estos primeros minutos serán cruciales, pues en ellos aprenderemos a comprender y sentir el movimiento de nuestro amiguito azul para poder manejarlo con soltura y poder completar así la multitud de desafíos que el juego nos propone.

Seremos nosotros los dueños de nuestro camino, decidiendo en todo momento dónde ir, cuándo y qué hacer para ir consiguiendo los distintos elementos que nos permitirán avanzar en la trama.

Su mundo abierto nos plantea cientos de cosas por hacer. Tantas que al principio puede llegar a resultar muy abrumador. Y es que, todo el escenario está salpicado de multitud de pruebas de habilidad que podemos completar en la cantidad y ritmo que prefiramos, para obtener anillos y otras recompensas necesarias que poco a poco irán abriendo la trama y desarrollándola a lo largo de las cinco enormes islas que visitaremos. Pensad en estos desafíos como pequeños “minipuzles”. 

Y justo aquí es donde debo detenerme, pues si bien hay montones de cosas por hacer, estas son, en esencia, todas iguales. Es el punto negativo más claro del juego: su repetitividad. 

Si bien pienso que la jugabilidad y las mecánicas introducidas en esta entrega son muy buenas y funcionan bastante bien, a la hora de la verdad son tan poco variadas que a tan solo unas pocas horas de juego ya habremos hecho absolutamente todo lo que el juego tiene que ofrecer. 

Existen pequeñas variaciones que ayudan a salirse un poco de la monotonía, pero realmente no van más allá de algunos cambios mínimos en cada zona y el Titán al que nos enfrentaremos al final de cada una de ellas, con alguna que otra sorpresa por el camino, pero nada más. En lo personal, al final de la segunda zona, ya estaba extenuado por la repetición. Sin importar lo bien que se sienta a los mandos -Sonic se mueve y responde fenomenal- no existe razón de peso por la que hacer que una persona repita lo mismo una y otra vez durante 20 horas. Este diseño dista mucho de ser el idóneo para un Sonic de estas características. No sé si se debe a un diseño premeditado o a una desconexión o falta de experiencia con el género del mundo abierto, pero lo cierto es que lastra muchísimo al título. Pero permitidme que os lo explique un poco más en profundidad.

A grandes rasgos, el bucle jugable consiste en llegar a una nueva zona y completar los distintos desafíos del mundo abierto para liberar a nuestro amigo en apuros, encontrar las Chaos Emeralds con las que convertirnos en Super Sonic y derrotar al Titán que custodia la isla para poder saltar a la siguiente. 

Rescatar a nuestros peludos compañeros requiere reunir unos objetos llamados Recuerdos, que encontraremos dispersos por todo el mapeado. Cada vez que consigamos un número determinado, se activará un nuevo paso en la cadena que nos conduce a liberarlos; cada paso necesita un mayor número de Recuerdos que el anterior, lo que, de nuevo, no hace ningún favor a las ya de por sí reiterativas mecánicas jugables.

A medida que exploramos las zonas iremos encontrando las ubicaciones de las Chaos Emeralds. No será tan sencillo como llegar y recuperarlas, pues se encuentran aprisionadas en una especie de jaulas de contención que solo se pueden abrir con unas llaves que conseguimos cumpliendo los distintos objetivos que se nos presenta en cada uno de los niveles del Ciberespacio, pescando, o por otros medios, como la exploración del entorno. 

Para acceder al Ciberespacio tenemos que atravesar unos portales que hay diseminados por las distintas islas, pero para activarlos, necesitamos Piezas de portal. Estos objetos los obtendremos como recompensa por derrotar a unos enemigos llamados Guardianes: unos enemigos formidables que utilizan habilidades especiales y a los que tendremos que despachar utilizando diversas estrategias, ya que únicamente machacando el botón de ataque con la esperanza de derrotarlos resultará completamente inútil.

¿Hasta aquí bien? Perfecto, porque ya no hay más. Esto es todo lo que Sonic Frontiers tiene que ofrecer. Este bucle jugable se repite hasta la saciedad en cada una de las zonas y consigue aburrir más pronto que tarde. Ciertamente se trata de un patrón que resiente muchísimo la jugabilidad y que no consigue enganchar a los mandos, al menos durante mucho tiempo.

Por el contrario, en sesiones cortas, el juego funciona muy bien y se vuelve muy divertido. Esto demuestra claramente que el diseño de su mundo abierto no es el que mejor se adapta a su propuesta, ya que el desgaste se empieza a notar a poco que empecemos a pasar con Sonic unas pocas horas. Tal vez con zonas de tamaño más comedido, más variedad de pruebas, o, simplemente, con un único mundo abierto más cuidado, desaparecería el hastío del que tanto adolece el título.

Pero no todo va a ser correr y gastar suela. Para desaturarnos un poco de tanto loop y tanta velocidad, existen unos portales que, al atravesarlos, nos llevarán hasta un estanque tranquilo en el que podremos conseguir jugosas recompensas a cambio de los puntos que consigamos mientras practicamos el noble arte de la pesca. Podremos canjearlos por todo tipo de objetos útiles para nuestra aventura, como llaves, recuerdos, anillos y más. Personalmente agradezco su existencia. No fueron pocos los momentos en que me ayudó a desaturarme del cansancio recurrente de su mundo abierto. Además, al invertir tiempo pescando y hacernos con algunos de los objetos necesarios para desbloquear eventos del mundo abierto, se reduce el estrés y un poco el grado de repetición, lo cual se agradece bastante.

También tenemos la posibilidad de mejorar a Sonic con distintas habilidades y trucos que nos servirán para hacer todo un poco más sencillo y llevadero. Gracias a las piezas de habilidad (que sueltan los enemigos normales) y distintas semillas, se pone a nuestra disposición un abanico de movimientos nuevos y otras mejoras, como poder ser más veloces, más resistentes al daño, infligir más daño con nuestros ataques, etc. Algo que nos vendrá la mar de bien si queremos pasar por cada zona como una exhalación sin hacer frente a demasiados problemas.

El Ciberespacio funciona también como elemento antidesgaste. Estas zonas -mis favoritas- consisten en niveles lineales en 2D o 3D (incluso híbridos) basados en los mapas más icónicos de la franquicia. Muy bien traídos, son breves, divertidos, a la velocidad supersónica a la que nos tiene acostumbrados el erizo y llaman mucho a la rejugabilidad, no solo por la mera diversión que supone completarlos, sino también para completar sus desafíos y hacernos con todas las llaves que esconde cada nivel y que necesitamos para conseguir las Chaos Emeralds.

Es en estos escenarios donde el título brilla, claro testimonio de que esta es la jugabilidad que a Sonic le sienta como un guante, incluso si ello supone volver a la vertiente más clásica y limitada que la que nos ofrece su nuevo mundo abierto. 

En cuanto a su apartado técnico y sonoro, encontramos una gran cantidad de luces y sombras. Por un lado, las diferentes islas que visitaremos se sienten únicas y bellas, pero el detalle de las mismas se antoja muy limitado, presentando texturas muy borrosas o poco trabajadas que en general dotan al conjunto de un acabado un tanto extraño.

Lo mismo ocurre con los modelados y el texturizado de algunos personajes, que se sienten muy básicos; el propio Sonic está muy desaprovechado. Creo que han perdido la oportunidad de presentar a un Sonic de auténtica nueva generación, con un pelaje más realista o unas texturas más detalladas, como bien se merece la legendaria mascota de SEGA

Mucho más grave resultan el popping y la ridícula distancia de renderizado de la hierba y otros elementos del escenario, que prácticamente aparecen ante nosotros a medida que avanzamos, dificultando incluso el acceso a ciertas áreas, puesto que esta limitación técnica nos impide ver -literalmente- algunos tramos esenciales sobre los que conectan y a los que necesitamos subirnos para completar los recorridos. Al menos hay que agradecerle que incluya un modo rendimiento a 60 FPS que ayuda muchísimo a generar una sensación de velocidad y fluidez espectaculares.

Mucho mejor parado sale su apartado sonoro, con melodías que me han sorprendido por su bella factura. Al contrario que la mayoría de juegos de Sonic, que cuentan con temas más cañeros y pegadizos, Sonic Frontiers opta por un sonido más minimalista y melancólico que dota al mundo de cierta tristeza y soledad, como ya hiciera el de sobra conocido The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Sin embargo, no faltará algún que otro tema muy épico que nos subirá la adrenalina y que suele tener lugar gracias a las Chaos Emeralds y a los combates contra los jefes finales de cada isla.

A esto le sumamos un gran doblaje con voces en español que me ha gustado mucho en general y que en lo personal creo que casa muy bien con cada uno de los personajes que nos encontraremos en el juego. Siempre de agradecer para una mayor inmersión y comodidad a la hora de jugar.

Volando a Rás de Suelo


Sonic Frontiers nos deja un título irregular que no va a ser del agrado de todo el mundo. Por una parte, estamos ante la mejor incursión del erizo en las 3D, pero no termina de despegar por una serie de decisiones de diseño muy cuestionables y un apartado técnico que no hace justicia a la belleza de su mundo ni a un personaje tan importante como es Sonic, máxime cuando llevamos ya un par de años inmersos en la nueva generación y hemos visto cosas completamente espectaculares.

Se nota mucho el empeño del Team Sonic por innovar en la IP y traernos algo único y diferente. Y, de hecho, si analizamos la evolución de Sonic a lo largo de la historia, realmente es así como se siente, pero tal vez hayan pecado de ambiciosos o se hayan visto superados por una falta de experiencia en mundos abiertos, fallando al ofrecer un enfoque más acorde a lo que podría aspirar para hacer del título un juego más interesante, variado y con una narrativa mejor llevada.

En lo técnico también se queda a medio cocer. Es posible que su paso por la multiplataforma le haya hecho perder el tipo, pues todo apunta a que la versión de Nintendo Switch lastra al resto de plataformas más potentes, hasta el punto de no solo no ser digno de la nueva generación, sino de convertir sus limitaciones técnicas en un problema real, a causa de un popping excesivo que nos impide ver con claridad algunos de los elementos aéreos por los que deberíamos poder subirnos para completar los desafíos.

Pese a todo, en términos generales lo he disfrutado porque en pequeñas dosis es un juego muy divertido, experto en aniquilar ratos muertos. Valoro el valiente intento del Team Sonic por traer un Sonic diferente, y, he de reconocer que me ha gustado más de lo esperado, pero no es un juego que vaya a recordar toda la vida. Habrá que esperar hasta la siguiente entrega de la saga para ver si el erizo acaba por asentarse en terreno conocido, o si, por el contrario, SEGA sigue apostando por experimentar y tomar nuevos derroteros. Tan solo el tiempo lo dirá.

Nota: Juego analizado en PlayStation 5 en modo rendimiento con un código de juego digital cedido por PLAION.

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