Hay videojuegos que destilan una magia especial. Esos que apelan a tiempos pasados, al niño que llevamos dentro. Siendo tanto así, que quizá requieren un poco de ese niño para ser disfrutados en su plenitud. Hoy os hablo de un juego que ha inundado las redes sociales, a causa de la autora de libros en los cuales se basa. Hablamos de Hogwarts Legacy, el esperado juego de Avalanche Software ambientado en el mágico universo de Harry Potter. Una magia que ha quedado oscurecida, debido al asco de persona que es su autora, la cual ha dinamitado -por sus comentarios y acciones contra la comunidad trans- una obra tan querida.
Por fortuna el juego se aleja por completo de la autora, dando espacio a todo tipo de personas y de relaciones, tanto a elección del jugador como presentes en la trama. La inclusión está más que presente en el videojuego, y creo que tiene algo de poético. Es sabido (o debería) que un servidor no es dado a hablar de polémicas y hubiera preferido centrarme en el juego, pero dada la magnitud y el malestar que ha generado esta en concreto, quería dejarlo claro.
En Hogwarts Legacy encarnamos a un joven mago (o bruja) bastante inusual. Esto se debe a que empezaremos directamente en el quinto curso, han visto un potencial extraordinario en nosotros, algo que rara vez ocurre, y de paso se justifica así la creación de un videojuego algo más maduro, donde no controlamos a niños (sino a adolescentes).
La cosa se tuerce rápido, ya que en nuestro viaje a Hogwarts, seremos atacados por un dragón, dando pie a una ligera introducción llena de misterio, que sirve como punto de partida para el eje central de nuestra historia. La cual partirá el juego en dos. Por un lado resolver el misterio, por el otro; vida en Hogwarts y alrededores.
No podríamos hablar de un juego de Hogwarts sin hablar de clases de magia. Una vez llegamos a la escuela, el juego nos recuerda sobremanera a las películas. Cierto que se ambienta cientos de años antes, pero todo está medido al milímetro para devolvernos a las salas de cine. Desde el apartado artístico hasta el sonoro, es una experiencia alucinante entrar en el castillo y acudir a la selección de casas, con nuestro amigo el sombrero parlante. Una vez tenemos casa, nos mostrarán nuestros aposentos y comenzaremos (ahora sí) nuestra aventura.

Los primeros compases serán bastante guiados –demasiado, diría yo- con ese odioso indicador de “vuelve al área de la misión” y una espeluznante cuenta atrás, que te rompe por completo la inmersión y la curiosidad. Nos guiarán con una soga bien corta, pero ahora sí, llegaremos a nuestra primera clase. Y debo confesar que aquí sentí terror. No quería un juego de ir a clases cinemáticas, para luego hacer un minijuego. Por suerte esta es la parte más pequeña de la aventura y al final le terminas cogiendo cariño.
Al ser alumnos mayores, tendremos libertad para salir de Hogwarts y explorar los alrededores a placer. Estamos ante un mundo abierto, con sus zonas llenas de iconitos, los cuales se irán revelando poco a poco, cada vez que aprendemos alguna nueva mecánica. Al final el mapa se convertirá en un batiburrillo de iconos donde cada tres pasos encontraremos algo que hacer. Esto es bueno y malo, y queda a elección del jugador –y de sus gustos personales- si le genera ansiedad o si ve ahí un pozo de horas donde perderse a placer.
En este juego todo tiene un precio, y completar cada icono nos ofrecerá una recompensa, que bien puede ser más magia especial, mayor capacidad de equipo o mil y un atuendos para ser los magos más estilosos del lugar. Todo ello nos ofrecerá puntos de experiencia, por lo tanto subir de nivel es algo moderadamente sencillo, que no requiere de ir reventando a todo ser viviente que se cruce en nuestro camino (que también). Lo jodido del asunto es que el juego apuesta por un in crescendo, o lo que es lo mismo, cada vez nos pedirá que completemos más movidas para darnos el caramelo. Y esto en general suele producir hartazgo.
Aun así el juego se siente fresco durante bastantes horas, ya que cada dos por tres nos estarán enseñando algo, ya sea un conjuro nuevo o volar en escoba o mirar las estrellas, por lo tanto la evolución es continua y con un ritmo realmente divertido. Cosa que además alternamos con la historia principal, pero desde luego no hace sentir el resto como tareas secundarias. O al menos no con todas porque secundarias sí que hay y de las malas, lo que pasa es que aquí serían “terciarias” de esas de recoger las páginas de un diario perdido, en plan: Son siete y están en esta zona que marcamos en el mapa. Dispárame.
Hogwarts Legacy es un juego que bebe del pasado, de la nostalgia, apela a ella para alcanzar de lleno a los entusiastas de la saga, pero también se puede aplicar esto al concepto del juego mismo. Es inevitable en 2023, con juegos de mundo abierto más modernos, sentir esta lluvia de iconos y de caminos trazados con líneas, como algo antiguo. Que no digo mejor ni peor, pero si del pasado. Hogwarts no busca sorprenderte con una exploración genuina, no espera que encuentres eso que han puesto ahí, sino que te dice directamente donde mirar.
A medida que avanzamos el juego pierde algo de fuerza. Si te impresiona enfrentarte al primer troll, ese que destroza medio pueblo, pierdes el interés cuando has matado a seis (que además el juego te lo dice, vaya a ser que pierdas la cuenta). Y esto es aplicable a todo. El título se empeña en colocar mil y un puzles por el mapa, pero la emoción de resolverlos… termina cuando has hecho uno de cada, y finalmente no hay tanta variedad como puede parecer al principio. Como pasa por ejemplo con revelio que es la versión vista de detective que nos ofrecen aquí y que si al principio usabas con moderación donde creías que podía haber algo oculto… terminas usando a cada tres pasos que das.

Un punto que he disfrutado muchísimo es el combate. De nuevo va de menos a más, pero a mi juicio es la única mecánica que mantiene el tipo de cara al final. Tendremos a nuestra disposición un puñado de hechizos, y podremos combinarlos a nuestro antojo. Desde fuego, hasta hielo, pasando por hacer volar a nuestros enemigos e incluso acabar con ellos de un solo golpe con las magias imperdonables. Una vez tenemos todo desbloqueado, es divertidísimo no solo combatir en sí, sino desarrollar atajos con combinaciones totalmente destructivas. Al final el combate se parece al que ya hemos visto en juegos como los Arkham o Sombras de Guerra, pero perfectamente adaptado al universo H.P. Esto se traduce en esquivas, parrys y encadenar ataques sin ser alcanzados. Es casi un coqueteo con el hack and slash, pero de tranquis. Además es muy interesante superar las defensas mágicas de nuestros enemigos, a los cuales tendremos que atacar con la magia correspondiente para eliminar dichos escudos. En los compases finales es cuando el juego exige más al jugador con partes realmente complejas, y son muy, muy disfrutables.
Otro punto curioso es el sigilo, el cual “casi” siempre es una opción y muy pocas veces una imposición. Y lo cierto es que funciona moderadamente bien, aunque los NPCs son bastante bobos. Mediante un hechizo nos ocultaremos, volviéndonos casi invisibles y podremos aplicar petrificus para acabar de un golpe con “casi” cualquier enemigo. Cuando tratemos de limpiar campamentos (sí, los hay) siempre mola empezar con sigilo.
Vamos con una de cal y otra de arena. Si hay algo que me fastidia es que se nos venda la idea de ser libres en nuestras decisiones y que finalmente sea una simple cortina de humo. He sentido que tomaba decisiones en Hogwarts, pero también he sentido que estas no tenían impacto alguno más allá de alterar levemente alguna conversación. Al final esto da un aspecto acartonado, como si estuvieras ante un libro de “elige tu propia aventura” pero que termina en la misma página hagas lo que hagas, con algún renglón de más o de menos.
Si la cal es lo malo (nunca lo he tenido claro) ahora voy con la arena. Sin duda el punto fuerte del juego es su ambientación. Visual y sonora. Es un espectáculo, un regalo a la vista y un merecido premio a los niños de los 90. Entrar por primera vez en Hogwarts o ese primer vuelo en escoba… son momentos que guardaremos en el recuerdo. Todo ello acompañado por una banda sonora que no solo bebé de las películas, sino que deja la fuente seca y añade un par de garrafas de su propia cosecha. Cada rincón de Hogwarts está diseñado con mimo, es imposible jugarlo y no sentir el amor que han puesto sus creadores. Dudo que de otra forma se pueda crear algo tan bello.
Y al final es esto lo que nos queda. Un juego con muchas capas para disfrutar. Puedes ir a saco, a por los hechizos y la historia principal, sudando del resto. Aunque creo que sería una forma poco recomendable de disfrutarlo. Por el contrario puedes intentar hacer todo, a por el platino, lo cual creo que es aún más jodido. O por ultimo puedes disfrutarlo como te plazca. Hoy hacemos historia principal, vemos que vamos justos de nivel… pues damos una vuelta y completamos tareas, o buscamos animales para nuestra sala de menesteres o cualquier coleccionable que nos guste. Y así alternando entre el sandbox que nos invita a divertirnos sin más y completar una historia que tiene picos muy interesantes… encontramos un equilibrio que en mi caso ha sido placentero. Como tambien lo ha sido cambiar de ropa cada dos por tres, alternando uniformes escolares para estar en Hogwarts y disfrazándome de marqués gótico-británico para salir de aventuras.
Y soy consciente en estas mil seiscientas palabras de que quizá divago mientras dejo atrás muchos comentarios. Pero el juego ofrece tantas opciones (buenas y malas) que necesitaría escribir un libro para compartirlas con vosotros. Por ello me aventuro a dar cierre a esta opinión:
Hogwarts Legacy es un juego interesante, divertido y algo cobarde. Bebe de los grandes juegos que triunfaron en tiempos pasados, de esos sandboxes que atraparon a generaciones enteras. Y además recrea un universo tan extraordinario y amado (ahora odiado tambien) como el de Harry Potter con un acierto envidiable. Nos ofrece una cantidad de contenido abrumadora, aunque el precio sea la mediocridad general. Pero consigue contarnos una historia interesante, que bien podría haber sido una película perfectamente, incluso mejor que algunas de las que hay publicadas.
Aun así, ya sea por expectativa o por comparación, esperaba algo más. Quizá algo menos grandilocuente, más cerradito y pulido. Pero de nuevo no podemos juzgar un juego por lo que no es. Y lo que es Hogwarts, es un juego del montón en 2023 que hubiera parado el mundo en 2013. Quizá llega diez años tarde o quizá la industria es tan amplia que donde yo no he encontrado la excelencia tú, querido lector, estés ante uno de los juegos de tu vida. Pero para este humilde servidor, lo que empezó como una promesa difícil de creer, termina perdiendo su magia a medio camino.