Esta es la historia de Jack, un ingeniero que trabaja en Marte y que está a tan solo treinta minutos de empezar sus vacaciones. Sin embargo una señal de auxilio, procedente de la cercana estación de Fort Solis, provoca un cambio de planes. En principio nos acercaremos para comprobar que todo esté bien “debe ser un error” sin embargo la cosa cambia una vez llegamos a nuestro destino. No hay nadie. Ni un alma. Todo está vacío, en silencio, terrorífico. La soledad hace mella y la tensión se puede cortar con un cuchillo, solo tendremos la compañía de nuestra amiga Jess, con la cual hablaremos vía radio. Lo que parecía una visita rápida para informar se convierte en una noche eterna donde el misterio guiará nuestros pasos, ¿Que está sucediendo en Fort Solis? Nuestra misión será averiguarlo y luego irnos a Ibiza a tomar unos caipirinhas.

Bajo esta premisa se presenta Fort Solis, ópera prima de Fallen Leaf, que nos ofrece un thriller interactivo mucho más interesante de lo que parecía en un principio. El juego se autodefine como “una serie de Netflix, que podrás vivir del tirón o en distintas sesiones” y mira, no seré yo quien le quite la razón. Si hay algo innegable es que Fort Solis es lo que llamamos una peli-juego, aunque también podríamos hablar de un walking simulator, ya que la jugabilidad se basa en caminar de un lugar a otro buscando pistas que arrojen luz al misterio. Entre paseo y paseo tendremos algunos quick time event que pese a ser poquitos resultan bastante poco gratificantes y por último encontraremos algún amago a puzle, sencillo pero divertido.
Es decir, en Fort Solis tendremos que explorar la citada estación para que mediante grabaciones, notas de voz y algún encuentro ocasional, logremos desentrañar el misterio que esconden sus muros. La partida se estructura en cuatro actos, como si fueran cuatro capítulos de una miniserie, resultando (como ocurre en las series) los primeros brillantes y los últimos algo más confusos. Pero vayamos por partes.
Lo mejor del juego es su inteligencia. Es decir, pese a lucir unos gráficos de infarto, de lo mejor de la generación, nos encontramos ante un juego pequeño, a medio camino entre el indie y el doble AA. El estudio ha sabido hasta dónde llegar y a que renunciar. Vemos un juego muy simple, cuya mecánica principal es andar, y esto hace posible que veamos unos modelados de alta calidad, ya que no hay animaciones de combate, ni de sigilo, ni de nada que no sea caminar. Las expresiones faciales son espectaculares, contamos con pocos personajes pero cada uno de ellos brilla con unas interpretaciones bastante buenas con actores como Troy Baker involucrados en el proyecto. Y además es cortito, dura unas 4 horas, de nuevo muy inteligente, ya que todo está medido al milímetro, siendo 4 horas de calidad, sin relleno de ningún tipo.

Caminar, su mecánica principal, es un arma de doble filo. Por una parte nos obliga a ir despacio, observando todo, sintiéndonos de verdad en Marte, explorando un suceso perturbador y apostando por un realismo pocas veces visto en videojuegos. Pero claro, está poco visto porque resulta aburrido. Al principio mientras te adaptas a interpretar el mapa, es muy posible que te pierdas por la estación, y tener que ir a la otra punta del mapa a paso de tortuga… es una tortura soporífera. Sin embargo, cuando le pillas el truco y sabes a dónde ir o que necesitas para avanzar, el juego hace el famoso clic y ahí empieza a molar mucho. Lo paseos son más breves y la acción sucede de forma continua, las piezas empiezan a encajar y la tensión se puede cortar con un cuchillo. En ese momento estas dentro, al cien por cien y ya no podrás salir hasta que veas los títulos finales, como pasa en las buenas series.
Para mi lo mejor del juego es su excelente ambientación, huye de los monstruos, de los alienígenas o de cualquier movida paranormal para presentarnos un futuro realista donde la humanidad está perforando Marte y ocurre una movida importante que tenemos que descubrir. Es tan mundano dentro de la ciencia ficción que esa ausencia paranormal le otorga una frescura y una brillantez excelentes. Recuerdo pasear por la superficie de Marte, camino a Fort Solis y flipar, pensar “caminar por Marte en la vida real debe ser algo así” y es que todo está muy cuidado, hasta el sonido se percibe extraño bajo el casco, e incluso los movimientos parecen resentirse ante la diferente gravedad marciana. Luego entras a la estación, y empiezas a sentirte incómodo, la extrañeza del lugar termina por ponerte de los nervios y a medida que vas descubriendo el pastel la cosa va de mal a peor. Y de repente llevas dos horas y te acabas de dar cuenta de que el juego no tiene interfaz, todo es natural, el mapa forma parte de nuestro uniforme, mediante un dispositivo acoplado en nuestra muñeca que hará de inventario totalmente in game, para guardar los vídeos o audios que encontremos así como para, tarjetas mediante, acceder a nuevas zonas bloqueadas. Y así, piedra a piedra se construye una experiencia cinematográfica y videojueguil que consigue atraparte con muy, muy poco.
Fort Solis es un ejemplo perfecto de “no es un videojuego para todo el mundo” pero sin embargo consigue contar una historia muy interesante y original gestionando muy pocos recursos y apoyado con unos gráficos que cuesta creer. Caminar a lo desconocido absorbiendo cada gota de información en forma de correos, audios o vídeos, pocas veces me ha resultado tan interesante. Si alguna vez se os pone a tiro y queréis pasar un par de noches de suspense, lo recomiendo por encima de otros.